Marcadores #25 – En defensa de las letras de canciones
Desde que tengo un parlante para escuchar música en la ducha me cambió la vida. Escucho música en todos lados en todo momento. Y de eso va a ser este nuevo Marcadores.
La primera vez que escuché música era domingo a la mañana y mi papá puso Rubén Rada. Sonó Cha Cha, Muchacha y ese día se me metió en el cerebro para siempre.
La segunda vez que escuché música estaba con mi tía y puso Capullito de Alelí de Caetano Veloso. Lo que me acuerdo es que sentí algo muy parecido a cuando flotan en esa publicidad de Casancrem.
La tercera vez que escuché música sonaba Caramelito y vos en la tele de lo de mis abuelos y mi mamá llamó para avisar que había nacido mi hermano.
La cuarta vez que escuché música estaba en un acto del colegio y sonó Un amigo es una luz. Se me llenaron los ojos de lágrimas y no podía creer lo que me estaba haciendo. Odio esa canción.
La quinta vez que escuché música estábamos yendo con mi familia a Bariloche en auto y el único cd que pusimos en todo el viaje fue City Zen de Kevin Johansen.
Después mi tío empezó a compartirme links de canciones por mail y me enseñó a bajar torrents. Ahí me di cuenta de que escuchar música era algo que uno podía hacer y elegir a propósito. Estaba en sexto grado y me había ganado un mp4 en un concurso en la playa en Pinamar. Tenía 520mb y quería usarlos todos. La primera canción que metí ahí fue Todo sigue igual.
En esa época empecé a escuchar cosas que para mí eran raras y en ese momento raro no era cool, raro era raro. Descubrí la palabra indie y buscaba “indie” en Isohunt y en Ares y descargaba todo lo que veía. Así descubrí a KT Tunstall. Fui con mi abuela a verla al super pullman del Gran Rex. Era 2008 y tenía 14 años y para mí KT era la mejor música que había visto jamás, su loopera era el mejor aparato que había conocido en mi vida y mi abuela era la mejor compañera de recital que existía en el mundo.
Más tarde vinieron años de mucho Jack Johnson, Jorge Drexler y Jamiroquai principalmente –y como suele pasar– porque le gustaban a un chico que me gustaba y que por supuesto nunca gustó de mí.
Un poco después una amiga me mostró los Arctic Monkeys y los Strokes y un amigo me hizo escuchar Malón y Hermética. Fue una combinación perfecta. En el medio: cumbia y reguetón.
Cuando terminé el colegio me hice un amigo con el que los domingos a la noche escuchábamos el Descubrimiento semanal de Spotify y lo comentábamos por chat de Facebook. Nos obsesionábamos con las letras de las canciones. Buscábamos el indie más indie, bancábamos el lo fi más lo y queríamos llegar al costado más lejano de YouTube. Si algo tenía menos de 1000 views en YouTube, teníamos que estar ahí.
En esa época empecé a entrar en AZLyrics y a leer todas las letras de todas las canciones de las bandas que me gustaban. También empecé a compartir mucha música con mi hermano que nació mientras escuchaba Caramelito. Fue una época llena de links que iban y venían. Bandcamp, Soundcloud, Spotify, el objetivo era llegar hasta las profundidades y descubrir los tesoros que las plataformas tenían para nosotros.
En el 2015 empecé a salir con un chico y me dio mucha vergüenza darme cuenta de algo terrible: yo no sé escuchar música. Él sabía cuándo sonaba qué instrumento, sabía cuándo una banda sonaba bien y cuándo sonaba mal y también cuándo alguien pifiaba. Sabía de la historia de la música, los nombres de los integrantes de cada banda e incluso algunos chismes. Durante ese año también descubrí con muchísima sorpresa que las cosas se masterizan.
Trato de resolver esa inseguridad y falta de oído musical convenciéndome de que mi estilo de escuchar música es a ciegas. No me importa mucho quién toca ni qué toca, todo el tiempo estoy buscando que llegue una frase que me pegue, que me revele algo, que me dé una respuesta, que me abra los ojos. Prendo el parlante en mi ducha, me pongo los auriculares en el subte, suena una canción en una película y espero ese momento.
Así descubrí una banda que se llama Los lagos de Hinault. No sé si es buena ni si suena bien pero tiene una canción que dice “emprendedora de mierda, qué hija de puta, qué horror” y para mí eso es más que suficiente. Hace 2 semanas es mi banda favorita y les recomiendo a todxs que los lean:
Y para no perder la costumbre del newsletter otras cosas que consumí esta semana y quiero compartir:
Nos vemos en 2 semanas,